Por Luis Ruiz

Cuando las personas LGBTQ+ tenemos prejuicios negativos contra la comunidad LGBTQ+ y actuamos conforme a ellos, violentando a otras personas de la comunidad o a nosotrxs mismxs.
Todes vivimos en un sistema heterocisnomativo, es decir, que nos dice que lo “normal” y lo correcto es ser heterosexual y cisgénero. Desde niñes estos prejuicios nos son enseñados, los asumimos como la única verdad irrefutable™ y, muchas veces, no los cuestionamos por miedo a incomodarnos o incomodar a les demás.
No cuestionar los prejuicios que tenemos sobre nuestra propia comunidad nos puede llevar a tener homofobia internalizada. Estos comportamientos son muy difíciles de detectar, sobre todo porque inmediatamente nuestro cerebro se defiende con la pregunta ¡¿cómo voy a ser homofóbique si soy LGBTQ+?!
La homofobia internalizada es terrible porque, aparte de dañar a otres, nos daña a nosotres. Es una forma de odio autoinfligido que lleva a muchas personas a negar su identidad, pensar que tiene que ocultarla, sentir culpa por ser quien es y minimizar o ridiculizar las identidades y experiencias de otres.
Algunas conductas que usualmente surgen de la homofobia internalizada son:
Necesidad de “demostrar” la masculinidad/feminidad propia para buscar “no parecer” LGBTQ+ o que “no se te note. (No obvias, discreto, masc4masc, etcétera)
Discriminar y amedrentar a las personas abiertamente LGBTQ+ como reflejo de la no aceptación de la propia identidad.
Desprecio a la cultura LGBTQ+ y al activismo.
Negación a tener relaciones de amistad y confianza con otras personas LGBTQ+.
Obligar a tus parejas a “quedarse en el clóset”.
Problemas emocionales.
Como comunidad que busca la igualdad y la no discriminación, tenemos la responsabilidad de identificar los momentos en los que actuamos con homofobia internalizada, trabajarla (de preferencia con unx especialista) y desaprender las conductas violentas que hemos normalizado para aprender nuevas formas de relacionarnos con otrxs.