Sentimos orgullo de que el odio no logra apagar nuestros colores.
Sentimos orgullo de amar nuestros cuerpos (a pesar de que el mundo nos enseñe a no hacerlo).
Sentimos orgullo de los derechos que hemos logrado que el Estado nos reconozca (y la lucha que sigue).
Sentimos orgullo de ser comunidad y cuidarnos entre nosotres.
Sentimos orgullo de ser libres, soñar juntes, resistir, revivir, no callar.