Por Luis Ruiz

Apostar por ser comunidad no es fácil, incluso hay quien no encuentra sentido en nombrarnos así, pero apostar por construir lo LGBTQ+ desde lo comunitario (y no como una experiencia meramente individual) tiene sentido para muchas, muches y muchos, porque nos permite pensarnos parte de algo mayor que nosotrxs.
Ser comunidad es resultado de la voluntad de muchas personas para construir en conjunto, no solamente velando por las cosas que nos afectan directamente como individuos, sino por aquellas que aquejan a otrxs distintxs con quienes compartimos sentir, experiencias, luchas.
Somos muchxs quienes sostenemos que existimos y resistimos porque somos comunidad, aunque a veces no se note o se nos olvide. Hoy enlisto las que, para mí, son las principales razones para seguir haciendo comunidad.
Porque hemos sido más fuertes cuando no nos dejamos solxs.
En Stonewall, donde inició el movimiento del orgullo, fueron las mujeres trans, las lesbianas butch y las personas menos favorecidas de la comunidad quienes iniciaron la lucha, misma que hoy nos da derechos a todxs. Cuando los hombres gay/bi y las mujeres trans morían inexplicable y masivamente en los hospitales durante la epidemia del VIH/SIDA, las mujeres lesbianas/bi se organizaron para conseguir donaciones de sangre para ellos. Cuando el Sindicato de Mineros de Inglaterra (como se documentó excelentemente en la película Pride) se quedó sin recursos, se formó Lesbians and Gays Support the Miners.
Hoy debemos recuperar ese espíritu y, como comunidad, unirnos a las luchas que enfrentan las personas lesbianas, gay, bisexuales, trans, no binaries, intersex, asexuales y de todas las otras identidades no heterosexuales y/o cisgénero en el mundo. Nuestras voces juntas suenan más fuerte y claramente.
Porque si unimos recursos somos imparables.
La idea de que somos "minoría" suele relacionarse con que somos "poco poderosxs": nada más falso que eso. Si la fuerza, resistencia, resiliencia, persistencia y coraje de todas las personas LGBTQ+ del mundo se une para, por ejemplo, exigir justicia ante los ataques violentos que viven las mujeres LBTQ o asegurarnos de que se detenga la crueldad de Polonia, cambios importantísimos pueden suceder.
Cuando somos comunidad entendemos la responsabilidad de que cuando nos encontremos en situación de privilegio, apoyemos a aquellxs que la están pasando peor. Es imperativo que unamos nuestros recursos para las causas de los sectores más marginalizados de nuestra comunidad.
Un ataque a una persona LGBTQ+ es un ataque a todas las personas LGBTQ+.
En Inglaterra, por ejemplo, algunos colectivos de personas LGB que no incluyen a las identidades trans empezaron a surgir y, como lo documenta el activista James Finn en este artículo, iniciaron "criticando" a las identidades trans, después abiertamente pidieron menos derechos para estas personas y ahora se empiezan a relacionar con instituciones que están en contra de derechos como el matrimonio igualitario y los clubes para adolescentes LGBTQ+.
Desde siempre, vienen por los derechos de unxs primero, pero eventualmente vendrán por los de todxs. Si como comunidad nos cuidamos, sin excluir a nadie, todxs estaremos mejor.
Porque se lo debemos a nuestras heroínas y héroes del pasado.
El movimiento de lo orgullo se formó gracias a dos mujeres trans rebeldes y libres: Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera. La historia de los derechos LGBTQ+ no hubiera podido arrancar sin personas trans, racializadas, drag queens, entre muchas otras identidades que son constantemente invisibilizadas.
Sería no solo irónico, sino hipócrita, que personas que tenemos derechos gracias a la lucha valiente de Marsha y Sylvia no contempláramos a las personas que más se parecen a ellas dentro de nuestra comunidad. Como lo dice el activista queer judío Adam Eli: "Queer people anywhere are responsible for queer people everywhere." (Las personas queer en cualquier lugar son responsables de las personas queer en todas partes.)
Porque todxs enfrentamos el binarismo de género y la heteronorma. (Aunque algunxs más que otrxs)
El día a día de las personas LGBTQ+ es enfrentar un sistema que nos dice, entre otras cosas, que ser heterosexual es la única orientación sexual 100% aceptable, que ser cisgénero es la única opción viable y que nos tenemos que alinear a los estereotipos que el binarismo de género establece.
Si bien dentro de la comunidad hay personas en situaciones de mayor o menor privilegio (porque interseccionalidad, pero ese es otro tema) ser comunidad implica rodearnos de personas que, como nadie más en el mundo, comparten con nosotrxs la experiencia de, con el simple hecho de existir y ser, enfrentar un sistema que hasta hace muy poco se percibía incuestionable e inquebrantable.
Entender esto nos hace más empáticos a lo que afecta a otrxs y a cómo nuestras luchas se unen para fortalecerse.
No todxs somos amigxs, pero todxs somos comunidad.
Ser comunidad no significa que cada persona gay, lesbiana, bisexual, trans o de alguna identidad no hetero/cis se convierta en tu mejor amigx: seguramente habrá personas que te caigan muy mal o te parezcan poco interesantes.
La maravilla del sentido de comunidad está en decir: Quizás no te conozco, o no somos amigxs, pero daré todo de mí para que ninguno de tus derechos sea vulnerado, para que no tengas que enfrentar violencia y discriminación y para que seas una persona libre, feliz y plena.