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¿De dónde viene nuestro arcoíris?

Por Juan Mascorro


A la Comunidad LGBTIQ+ nos han acusado de miles de cosas ridículas: de provocar huracanes, terremotos, plagas, crisis sociales, del COVID y hasta de la eventual extinción de la raza humana; al parecer, los haters y grupos antiderechos creen que somos una mezcla de todos los super villanos de la cultura popular. ¿No me creen? Busquen en Google “blame LGBT” (culpan a los LGBT) y ¡sorpréndanse de nuestro enorme poder!


Una de las cosas más ridículas de las que nos han acusado es del robo de un fenómeno luminoso natural: el arcoíris. Ok, tal vez no del robo, sino de la apropiación de la imagen del arcoíris para nuestra bandera del orgullo. El símbolo del arcoíris ha sido utilizado por infinidad de culturas, tradiciones y grupos a lo largo de la historia; después de todo, es un hermoso arco hecho de colores que aparece en el cielo luego de una tormenta (ni las canciones de ABBA tienen tanto simbolismo cursi que sacarles).


Una de esas culturas es la judía, quienes lo tomaron como símbolo de la alianza de Yahvé con Noé y su familia luego el diluvio universal, y su promesa de que nunca volvería a destruir la creación... con un diluvio (no mencionó meteoritos, calentamiento global o llamaradas solares). Por herencia cultural y religiosa, esa misma tradición llegó a las iglesias cristianas y católicas del mundo.


Los grupos fundamentalistas religiosos no tuvieron problema con que los duendes irlandeses usaran los arcoíris para esconder sus ollas de oro, ni con que Kermit de los Muppets buscara la conexión del arcoíris; pero en el momento en que Gilbert Baker, un activista gay, creó la bandera por petición de Harvey Milk en 1977 y la elevó por primera vez el 25 de junio de 1978 en San Francisco, California, los haters encontraron un motivo más para atacarnos.


La bandera de arcoíris, originalmente de 8 colores, y luego de 6, se convirtió pronto en la marca oficial de la Comunidad a nivel mundial, como símbolo de la presencia, visibilidad y relevancia de las personas LGBTIQ+. Pero así como aumentaba su popularidad, así también, atraía la ira de los grupos religiosos cristianos, que llamaban a la bandera de arcoíris: “El peor ejemplo de apropiación cultural: los LGBT le robaron el arcoíris a Dios. Es suyo. Él lo inventó. Gen. 9, 11-17. Regrésenselo” Rev. Bryan Fischer, 2017.


Al paso del tiempo, la bandera ha cambiado junto con su gente, ampliándose a medida que nosotres mismes vamos abriendo nuestras mentes y corazones a más personas dentro de nuestra Comunidad. Y con todos los cambios que ha tenido, hay dos cosas que no han cambiado:


Sigue siendo motivo de controversia.

Continúa y continuará arropando a todes aquelles que deseamos una comunidad de personas que viven libre y amorosamente su identidad más profunda.

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