El camino recorrido y los logros obtenidos por las comunidades LGBTQ+ han costado vidas, mucho tiempo, sudor y sangre (y muchas otras cosas con nombre de canción de Thalia) a millones de personas.
Un gran ejemplo de esto en nuestro país es la historia de Nancy Cárdenas. Una mujer lesbiana de Coahuila que jugó un papel clave en el movimiento LGBTQ+ de nuestro país. A veces olvidamos cómo llegan a nuestro territorio las ideas y los avances de otros lados. Si bien el movimiento del orgullo comenzó formalmente en Nueva York, se requirió de muchas personas, entre ellas Nancy, para que importaran, tradujeran y tropicalizaran el orgullo en México.
Su amigo cercanísimo, Carlos Monsiváis, la describe con amor y admiración en su texto “Envío a Nancy Cárdenas, activista ejemplar”, en el que destaca cómo en tiempos en los que las disidencias sexuales y de género no eran siquiera pensadas en México, ella desde los cincuenta buscaba articularse en comunidad y compartía con otras lesbianas su deseo de vivir en un país distinto y libre. Fue, por ejemplo, amiga y admiradora de Chavela Vargas, otra icónica lesbiana mexicana (aunque no hubiera nacido en México).
Nancy, como era costumbre en lxs activistas homosexuales de aquel momento (no se hablaba todavía de lo LGBTQ+) era cercana a las causas de izquierda y partició, en los cincuenta, en el movimiento de lxs trabajadorxs ferrocarrilerxs por exigir mejores condiciones de trabajo; y en los sesenta, en el movimiento estudiantil, mismo que potenció su activismo y en el que se encargó de publicar y muchas veces co-escribir los manifiestos.
Quienes la conocieron hablan de ella como una mujer optimista. Monsiváis, en el mismo texto, dice que, de todo el tiempo que la conoció, ella renunció a su optimismo una vez solamente: el dos de octubre de 1968, día en que presenció en la Plaza de las Tres Culturas una matanza en manos del gobierno mexicano. Sin embargo, en sus palabras, “aunque al día siguiente, tan audaz como siempre, fuiste por el auto que habían dejado en Tlatelolco”.
A Nancy la inspiró enterarse de lo sucedido en la noche de los disturbios del Stonewall Inn y dos años después de ese suceso, en 1971, empezó a tener reuniones gay en su casa, enfrentada a una comunidad naciente que empezaba a negociar sus diferencias ideológicas y los deseos de algunxs de protagonizar sobre otrxs. Este grupo se nombaría, eventualmente, el Frente de Liberación Homosexual, la primera organización de esta naturaleza en el país.
Nancy vivió de cerca la lesbofobia: las autoridades y los sectores conservadores del país (que si ahorita son un chingo en ese entonces eran aún más) quisieron callarla. Pero ella no lo permitió.
En un momento que transformó la historia de México para siempre, Nancy Cárdenas hizo pública su orientación sexual en el noticiero más importante de Televisa, “24 horas” de Jacobo Zabludovsky, en 1973, convirtiéndose en la primera persona en nombrarse abiertamente como homosexual en televisión nacional.
Ella escribió junto con otrxs intelectuales en el país, un manifiesto oponiéndose a las redadas en las que la policía de México detenían y agredían arbitrariamente a chicos gay, mismo que firmaron Juan Rulfo, José Emilio Pacheco, Elena Poniatowska y otrxs.
Una buena parte de su trayectoria se hizo en las calles, marchando. En 1978, en una marcha conmemorativa del décimo aniversario de la matanza de Tlatelolco, lideró una manifestación de carácter lésbico-gay por primera vez en la historia del país. Un año después fue parte fundamental de la primera marcha del (entonces llamado) movimiento lésbico-gay en la Ciudad de México.
Por si fuera poco dedicó gran parte de su carrera en el teatro a escribir y dirigir historias sobre nosotres, donde nuestro amor y deseo no eran vistos como morbosos, sino como historias válidas y reales. Entre las obras que dirigió estaba “The boys in the band” de Mart Crowley, misma que generó un escándalo enorme al estrenarse, por hablar abiertamente de personas y relaciones homosexuales. En 1988, conmovida por la pérdida de varios amigos a manos del VIH/SIDA, montó “Sida… así es la vida”, buscando quitar los prejuicios existentes alrededor de ese tema.
Feminista, lesbiana, cardenista, revolucionaria, artista, activista y mujer siempre libre. Nancy Cárdenas es un nombre que, como comunidad, debemos recordar como pieza fundamental en nuestra historia. Las palabras de Monsiváis en 2004, sin duda, resuenan hoy más que nunca: “En este resurgimiento de la derecha, qué extraordinaria la existencia de gente como tú, Nancy Cárdenas. En este fracaso sucesivo de las prohibiciones de la derecha, qué deuda de gratitud con gente como tú, Nancy Cárdenas.”