top of page

¿Qué hacemos ante la mutilación genital femenina?

Por Andrea Ramos


¿Qué debemos saber?


Según la OMS la mutilación genital femenina (MGF) son todos los procedimientos que alteran o lesionan los órganos genitales femeninos de manera intencional y sin fines médicos.


Generalmente consiste en la extracción parcial o total del clítoris y se lleva a cabo en niñas y adolescentes menores de quince años. Actualmente, se tiene documentada su práctica en 30 países de África y Asia.


Se “justifica” con la idea de que reduce el deseo sexual de las niñas y adolescentes, así se protegerá su virginidad y, eventualmente, la fidelidad dentro del matrimonio.


En 2021, 4.1 millones de niñas están en riesgo de ser sometidas a MGF.


¿Dónde están los problemas?


Primero, la mutilación genital no reduce el deseo sexual pero sí le genera a las niñas y después a las mujeres problemas de incontinencia, dolores crónicos, depresión, en algunos casos infertilidad y muchos problemas para disfrutar de placer sexual. Eso sin mencionar las posibilidades de infección durante la práctica, infecciones en la herida o la muerte.


Segundo, ni la “virginidad” ni la fidelidad tienen que ver con el deseo sexual, con lo que sí tienen que ver es con el control de las mujeres. Poner el valor de una mujer en una membrana que no significa nada y estar dispuestxs a violentar a las niñas solo para que eventualmente consigan un buen marido es reflejo de una sociedad a quien no le importan sus mujeres, solo cómo las pueden usar y controlar.


Tercero, muchas veces la MGF se enmarca en ideas religiosas y ni el Corán ni la Biblia hacen mención de esta práctica. Y sí, hablamos de la Biblia porque no solamente las personas musulmanas realizan esta práctica, también muchas personas católicas.


También podría interesarte: Por qué apostamos por creerle a las víctimas.

¿Cuál es la emergencia?


A pesar de las presiones internacionales, la práctica no desaparece sino que ha encontrado nuevas maneras de permanecer en ciertas culturas. 1 de 4 víctimas de MGF la sufrió por parte de personal médico, lo cual significa que hay una institucionalización de la práctica. Además, en algunos países donde se ha logrado prohibir, la mutilación de niñas sigue sucediendo en espacios privados.


Esto nos habla de que la práctica está tan enraizada en la cultura que la prohibición y el castigo no son suficientes. Lo que le toca a las ONGs es seguir informando sobre los peligros de esta práctica y las mentiras sobre las que está fundada.


¿Qué podemos hacer?

  1. Apoyar a las organizaciones que abordan estas problemáticas. Compartir sus investigaciones, darle visibilidad a sus proyectos y hacer aportes económicos le permite a las ONGs seguir trabajando.

  2. No tratarlo como un problema “lejano” ni “exótico”. Si bien la gran mayoría de las MGF suceden en países lejanos a México tienen raíz en la misoginia y el control de las mujeres, dos cosas que no nos son ajenas. Este no es un problema de “ellos y ellas que viven lejos”, es resultado de un sistema acostumbrado a violentar a las mujeres y hasta que no aprendamos a nombrarlo como tal solo seguiremos dando soluciones temporales.

  3. Visibilizar, visibilizar, visibilizar. La inspiración a luchar, a pedir el cambio, a presionar a gobiernos y grupos sociales muchas veces viene de escuchar historias de sobrevivientes. Compartamos información, demos espacio a diferentes voces, pero también quitemosle espacio a las voces que minimizan las problemáticas y el dolor de las niñas.

También podría interesarte: Todxs, no solamente las mujeres cis, debemos saber sobre menstruación.

bottom of page