Por Luis Ruiz

Uno intenta vibrar alto y mantener todo positivo, pero siempre llegan los discursos antiderechos a j*dernos la fiesta y recordarnos que, aunque enfocarnos en la belleza de la diversidad es importante, también debemos confrontar los discursos violentos que se disfrazan de preocupaciones legítimas.
Los grupos antiderechos han aprendido a construir un vocabulario que no suena agresivo, que se disfraza de defensa de derechos, pero que esconde la intención de limitar los derechos de personas LGBTQ+ y mujeres.
A continuación una lista de elementos comunes en el discurso antiderechos, para que estemos alerta y no caigamos ante sus trampas.
Buenas intenciones.
Los grupos antiderechos se aprovechan de personas con inquietudes legítimas que no buscan, necesariamente, violentar a otrxs, sino pelear por una causa o encontrar identidad en una comunidad.
La estrategia es esta: toman a una persona que tiene una preocupación real y la convencen de que los derechos de las personas de cierto grupo son una amenaza para eso que les preocupa.
Por ejemplo, convencen a personas que se preocupan por la educación de sus hijxs de que la educación sexual integral lxs pone en riesgo y vulnera sus derechos.
O convencen a las personas LGB de que -de alguna extraña e ilógica manera- visibilizar a la comunidad trans lxs invisibiliza a ellxs.
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Ideología de género.
“Ideología de género” es como el Vaticano bautizó, en 1995, a los esfuerzos de las feministas y lxs LGBTQ+ de erradicar la discriminación y las violencias contra ellxs. Decir “estoy a favor de la discriminación” no es bien visto, así que se inventaron a un enemigo ultrapoderoso y malvado que quiere “imponer perversiones” a lxs pobres niñxs del mundo. ¡Nada más lejano a esto!
Para los sectores más conservadores del país, lxs activistas por los derechos de todas, todes y todos queremos imponer una “ideología” que quiere “destruir la familia™” y fomentar la “perversión”. En realidad, lo que buscamos es que nos dejen de matar y/o violentar por ser quienes somos y vivir con dignidad, libertad, conocimiento y capacidad de decidir libremente sobre nuestras personas, identidades y cuerpos.
Esta expresión se usa mucho cuando se propone que lxs niñxs tengan acceso a educación s*xual integral y sean conscientes de que en el mundo existimos las personas LGBTQ+ y, que si ellxs son parte de esta comunidad, no hay nada malo con ellxs y pueden vivir feliz y plenamente. Curiosamente eso, para lxs antiderechos, es una imposición, y no la heterosexualidad obligatoria, el binarismo de género, el forzar a las personas trans a ir a baños en los que están en riesgo y la idea de que todo lo que no es “tradicional”, es pecado.
Lobby gay
Pero si existe una “ideología” impuesta, ¿quiénes son lxs que la imponen? Pues lxs antiderechos se inventaron a un súper villano más terrorífico que Thanos: el “lobby gay”. (Que siempre he dicho que suena a la recepción de un hotel en el que me encantaría estar)
Según esta narrativa que tiene la misma veracidad que un fanfiction escrito en Tumblr en el 2013, hay un “grupo de presión internacional” ultrapoderoso infiltrado en la ONU que quiere “homosexualizar” al mundo, ofrecer abortos en 2x1 y hacer que lxs niñxs puedan “elegir” su identidad de género antes de empezar a escribir el abecedario.
Fuera de todo sarcasmo, los espacios ultraconservadores están repletos de historias de pánico: lxs más poderosxs en estos círculos se encargan de difundir historias sin ningún sustento sobre la existencia de grupos ultrapoderosos financiados por sabrá-Beyoncé-quién para acabar con la heterosexualidad en el mundo. *risa malvada*
Pintarnos como un ente híper malvado y súper poderoso es su forma de normalizar y justificar sus constantes ataques y agresiones hacia nosotrxs.
Y, lo peor, según estas personas el “lobby” se encarga de “silenciar las pobres voces de los inocentes defensores de los valores tradicionales”. Curioso que se sientan silenciados, ya que mientras investigaba para este artículo, encontré entrevistas con líderes de estos movimientos en medios importantísimos como El País y La Razón.
Corrección política.
Otro componente del discurso antiderechos disfrazado de “buena onda” es una constante autocompasión: según ellxs, son lxs pobrecitxs a lxs que “el sistema no deja hablar” porque hay una “corrección política” que atenta contra la libertad de expresión. Sin embargo, son ellxs quienes constantemente tienen espacios en medios de comunicación para “debatir” los derechos de las comunidades más vulneradas del mundo.
Lo que estas personas llaman “corrección política” es en realidad la petición que muchas personas hacemos de mayor sensibilidad a la hora de expresarse sobre temas que afectan el bienestar de grupos vulnerados. Este término es utilizado para desestimar como “exageraciones” a todas las inquietudes legítimas que cuestionan las conductas heteronormadas, transexcluyentes, patriarcales, racistas y violentas en muchos sentidos.
Es más fácil gritar “oooootra vez la corrección política” y seguir con tu vida como si nada, que escuchar cuando se te señala por violentar a otrxs y desaprender tus conductas tóxicas.
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Conceptos mezclados.
Lo más absurdo de estos discursos es que mezclan la gimnasia con la magnesia. Por ejemplo, el otro día alguien escribía esta cuenta que lxs LGBTQ+ somos unxs ridículxs porque peleamos por nuestros derechos, pero idolatramos al Che Guevara. Y… hmm… WTF. Seguramente habrá personas LGBTQ+ que amen al Che, y cool por ellxs, pero eso no tiene nada que ver con la lucha por nuestros derechos.
Lxs antiderechos usan palabras que asustan a los sectores más conservadores aunque no tengan sentido en el contexto, porque les conviene. Así, han creado una narrativa que, sin coherencia, une la lucha de las personas trans, con el comunismo, con la ONU, con las Frosen (que son lesbianas), con Marx, con el Che, con Beyoncé, etcétera. ¿Por qué? Porque se trata de espantar a tu tía con fake news Y YA.