Por Arnulfo Batta

Ante un contexto de odio y desorientación encontró al amor de su vida. Llegó una misteriosa enfermedad considerada por muchxs como castigo divino para las personas como él, y le arrebató a su pareja. Convirtió su dolor en arte y hoy lo recordamos por su original y emocionante legado.
Esta es la historia de Félix González Torres, un escultor conceptual cubano gay cuya obra está repleta de analogías en torno a la epidemia del VIH/SIDA en los años ochenta.
Tras una tormentosa infancia en Cuba, España y Puerto Rico, Félix llegó a Nueva York a estudiar arte. Se sabe muy poco de su vida. La mayoría de su obra gira en torno a su pareja Ross Laycock, y la tragedia de su muerte a causa del SIDA. Además de haber sido de los primeros artistas conceptuales en explorar el uso del suelo como plataforma para mostrar su arte, su obra presentaba una crítica al conservadurismo que empezaba a tomar fuerza en la ciudad.
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Para no caer en especulaciones y etiquetas de la derecha él siempre habló de su arte como un reflejo del amor, sin importar etiquetas.
Una de sus obras más famosas; “Sin título (retrato de Ross en L.A.)”, consistía en una montaña de dulces que pesaba los mismo que pesó su difunta pareja. El público interactuaba con la obra llevándose un dulce para representar la consunción del cuerpo de un enfermo de SIDA. Que en el caso de su pareja Ross, aunque perdía peso, no dejaba de ser aquella persona dulce.
Para exponer su duelo realizó una exposición en vallas con fotos en blanco y negro de camas destendidas que habían sido claramente ocupadas por una pareja y ahora se encontraban vacías.

Otra de sus obras hace referencia a una carta que le escribió a su amado Ross antes de morir. Son dos relojes que marcan la misma hora, pero debido a la variación a de la vida de las pilas uno se detendrá primero. El otro seguirá funcionando, marcando la hora solitariamente hasta que su pila también muera.
No tengas miedo de los relojes, son nuestro tiempo, el tiempo ha sido tan generoso con nosotros. Dejamos huella en el tiempo con el dulce sabor de la victoria. Conquistamos el destino al encontrarnos en un TIEMPO determinado en un lugar determinado. Somos productos del tiempo, así que devolvemos el crédito a donde se debe: el tiempo. Estamos sincronizados, ahora y siempre. Te amo.

Félix falleció por complicaciones relacionadas al SIDA a sus 38 años. Su legado sigue vigente con nosotres.
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