Por Andrea Natzahuatza.

Mucho se ha dicho sobre los cambios y “cancelaciones” que se hacen hacia ciertas caricaturas o personajes del cine y la televisión de otros tiempos. Vimos la “muerte de la infancia” de miles cuando Halle Bailey fue contratada para el remake de La Sirenita y cómo ardió el mundo cuando decidieron dibujarle a una caricatura de una coneja ropa apropiada para jugar básquetbol. Malditos progres lo arruinan todo.
La más reciente víctima de la “cancelación progresista” es Pepe Le Pew, un personaje de los Looney Tunes cuya principal característica y elemento de comedia era que acosaba y violentaba a una gata llamada Penélope. Sin embargo, muchas personas (incluida la hija del creador del personaje) han hablado en defensa de Pepe, diciendo que “eran otros tiempos” y que no se tenía la intención de que pareciera acoso.
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Decir que “eran otros tiempos” para justificar el racismo, la misoginia, la homofobia y otros comportamientos violentos es una muletilla para aquellxs que se consideran atacadxs por el “progresismo”. Es innegable que en el pasado estaban normalizadas cosas que ahora reconocemos como inaceptables, pero justo porque ahora sabemos que son problemáticas es que debemos dejar de darles espacios.
Más allá de si el creador de Pepe Le Pew tuvo la “intención” de crear una caricatura violenta es importante preguntarnos, ¿por qué hay que gente que lo defiende con tanto ímpetu? ¿Qué les arrebatamos de sus vidas al excluir a este personaje de nuevas películas? Lo que pierden es la validación que da la exposición en los medios.
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Me explico: cuando las mujeres o lxs LGBT+ pedimos que exista representación en los medios de personajes como nosotrx es porque sabemos que lo que aparece en los medios está, de cierta manera, “validado” no solo por quienes realizan los contenidos, sino por el público. Los medios visibilizan y normalizan colores de piel, identidades, actitudes y prácticas, y aunque la televisión y el cine no son responsables de la educación de nadie sí ayudan a normalizar las cosas al ponerlas como centro de atención.
Entonces, cuando quitamos algo problemático de los medios es un paso para dejar de normalizarlo. Si el comportamiento de Pepe Le Pew es cuestionado y señalado como violento, entonces las personas con comportamientos similares tendrán que cuestionarse… o enojarse y decir que arruinan sus infancias. El contenido no era mejor antes, solo cambia y se adapta, cosa que deberíamos hacer todxs. Y si cuando se nos pide que revisemos actitudes “de antes” nos ponemos a la defensiva, entonces hay mucho más que trabajar.