Por Arnulfo Batta

En días recientes el papa Francisco manifestó su apoyo a las uniones civiles entre personas del mismo sexo. Sus declaraciones crearon descontento en los bandos más conservadores de la Iglesia por obvias razones y en la comunidad LGBTQ+ por no referirse a este proceso como “matrimonio”. Si bien la Iglesia se ha distinguido por perseguir y castigar la homosexualidad, no siempre ha sido así. Hubo un tiempo donde se permitía la unión consagrada de dos hombres cristianos; la adelfopoiesis.
Durante el medievo la adelfopoiesis les concedía a dos hombres la posibilidad de unirse ante dios. Mediante un ritual muy parecido a una boda, con cánticos, textos, un cinturón de unión y un beso al final para concretar la unión, se practicaba esta ceremonia. La cual les permitía vivir juntos, heredar la propiedad del otro en caso de fallecimiento y ser enterrados juntos para la eternidad.
La Iglesia dice que este “hermanamiento” tenía únicamente fines espirituales y religiosos para hacer hermanos a dos hombres con muchas cosas en común. Por otro lado, es bien sabido que la gran mayoría de las adelfopoiesis practicadas eran para unir a parejas secretamente homosexuales, y la Iglesia lo permitía.
Esperemos que pronto las Iglesias y los gobiernos de todo el mundo puedan garantizar este derecho a todes sus fieles y que la orientación sexual y la identidad de género ya no sean más un impedimento para quienes tienen fe.