En América Latina, México ocupa el segundo lugar en crímenes de odio, después de Brasil, lo que representa un dato contundente y crudo de una realidad terrible en torno a los derechos de la comunidad LGBTTTIQA.
Se consideran como crímenes de odio aquellos que son motivados por el odio que el perpetrador siente hacia una o más características de una víctima, que la identifican como perteneciente a un grupo social específico. El rango de conductas criminales que podrían estar motivadas por el odio contempla desde las amenazas verbales hasta el asesinato, pasando por los golpes y la violencia sexual.
Se particularizan en los crímenes de odio por homofobia de la siguiente manera:
• El contexto cultural de rechazo y discriminación hacia los sujetos LGBT.
• Las instituciones de justicia y de seguridad pública que permiten y fomentan, de manera directa o indirecta, la impunidad de los crímenes y la violencia contra los sujetos LGBT y que producen una doble victimización en caso de denuncia.
• Las redes sociales y comunitarias débiles o fragmentadas que no ofrecen protección y cuidado a los sujetos LGBT.
• Los sujetos que viven en contextos de vulnerabilidad psicosocial y que enfrentan peligros añadidos e innecesarios para desarrollar su sexualidad, su deseo, su identidad y su sociabilidad. O que por razones laborales enfrentan riesgos añadidos.
Con frecuencia estos delitos no se catalogan como crímenes de odio por homofobia, ya sea por“falta de pruebas” o por la discriminación inherente a las autoridades encargadas de investigarlos; es común que estos crímenes se identifiquen equivocadamente como “crímenes pasionales”. Debemos trabajar por romper estigmas sociales en el servicio público y procurar verdadera justicia.
NO PARAREMOS HASTA QUE SE LA DIGNIDAD SE HAGA COSTUMBRE Y SE RECONOZCAN NUESTROS
DERECHOS.
