Por Greta Ángel

Amamos el amor. Y cualquier hito o fecha que nos empuje a celebrarlo siempre es bien recibida. Sin embargo, entre chocolates y serenatas, muchas veces perdemos de vista lo importante.
Los mitos del amor romántico generan esquemas y normativas de cómo debemos relacionarnos. Colocan expectativas sociales irreales y constituyen factores de riesgo que pueden generar relaciones asimétricas de poder y violencia.
¿Qué es un mito?
Un mito es una creencia dentro de una estructura de creencias compartidas por una cultura o sociedad, la cual las acepta como verdades absolutas. En general, los mitos suelen simplificar algún aspecto de la realidad y tienen la capacidad de influir en nuestro comportamiento.
El ideal romántico que nuestra cultura ofrece estipula lo que “de verdad” significa enamorarse y qué sentimientos han de sentirse: cómo, cuándo y con quién sí y con quién no. Por tanto, todas las relaciones que escapan de este ideal romántico como la no monogamia, lo que no se encuentra dentro de estereotipos patriarcales y de dominación o incluso la elección de no constituirse identitariamente desde nuestras experiencias relacionales; es estigmatizado, desechado e invisibilizado socialmente.
Pensar que el amor todo lo puede, que solo existe “un amor de nuestras vida”, que si no estamos en una relación sexo-afectiva hay algo mal con nosotres o que debemos entregarnos enteramente a otres son grandes falacias que nos han vendido las novelas, series y peliculas taquilleras.
En este mes del amor, es importante recordar que hay tantas maneras de amar como hay personas en el mundo. Debemos tener siempre presente que el amor nunca debe doler, que tenemos una gran capacidad de amar, que nuestro amor propio es suficiente y que tomar medidas de cuidado mutuo y autocuidado también son maneras de demostrar cariño y afecto.
Promovamos el placer compartido, la corresponsabilidad, la comunicación, la complicidad y sobre todo mucho mucho amor.